La hiel y la dulzura


No puedes sacar a todos tus amigos, miembros de la iglesia, familiares y conocidos de Facebook y otras redes sociales. No puedes.

Tampoco puedes impedir que lean, de entre todo lo que les aparece en su sección de noticias, la sarta de incongruencias doctrinales, herejías y tonterías que a todos nos aparecen de vez en cuando, o mejor dicho, diariamente.

Menos puedes saber qué es lo que leyeron y cómo y cuánto les impacto realmente.

Entonces, ¿qué haces? Si te vas a quedar callado —y les hablo a los que el Señor les ha dado un ministerio de enseñanza, apologético o polémico—, ¿qué haces por estos lares? Mejor te sería cancelar tu cuenta. Ya estás acá y debes considerar esta red social como parte de tu campo de batalla.

Eso sí, debes observar las instrucciones de las Escrituras: ser paciente, sufrido en la enseñanza, con dominio propio y sobre todo, no ser beligerante y hablar lo que tengas que hablar, en amor.

Ahora bien, no te confundas, hablar en amor no cancela la exhortación y la corrección, pero tampoco la corrección y exhortación cancelan el amor.

El tiempo se nos acaba y muchos piensan que derramando miel se solucionan los problemas del mundo. No mi hermano, el problema del mundo, el pecado, se soluciona con el mensaje completo del evangelio, sin enmiendas ni omisiones.

El mundo necesita conocer la hiel de su condición delante de Dios y la dulzura de la solución en Cristo.

"que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio" (2 Timoteo 4:2-5).

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Imagen original de fondo: Museum Wales