¿Escuchas poco y hablas mucho? Podrías tener este síndrome
Es triste ver que algunos Ancianos (Presbíteros/Obispos/Pastores) con muchos años en el ministerio, llegan a adquirir el síndrome de todo-lo-se-y-tengo-siempre-la-razón-por-eso-no-escucho que involucra al menos dos cosas igualmente tristes: arrogancia ante sus hermanos y descuido de los incipientes ancianos que les rodean. Matan la oportunidad que Jehová Dios les pone enfrente para ministrar, exhortar, corregir y enseñar a aquellos que irán colaborando en la enseñanza y guía de la iglesia. Olvidan cómo fueron sus primeros años en el ministerio y la necesidad de consejo que tenían, y dejan de escuchar a otros pues ahora solo es importante lo que ellos tienen que decir. Abandonan o menosprecian una de las tareas que Jesús nos enseñó con su ejemplo: la preparación de discípulos para el liderazgo.
Ya en el pasado lo he dicho en diversas ocasiones y en diferentes foros. Hoy lo digo aquí: No cierres tus oídos de inmediato ni abras la boca tan rápido. Y principalmente, si eres Anciano (Pastor), se pronto para escuchar, sabio para juzgar y prudente para hablar; que el amor de Cristo sea evidente en todas tus acciones y actitudes (cf. Santiago 1:19; Juan 7:24; Efesios 4:15; 1 Timoteo 3:1-7).
Hoy el Señor me puso enfrente un artículo de John Pond, pastor de estudiantes en la Iglesia Bautista de West Jackson, en Tennessee, E.U.A. Sus comentarios van en la misma línea de lo que he dicho arriba y el ofrece, como joven anciano que es, cuatro consejos a los ancianos mayores para ministrar a los más jóvenes. Aquí les comparto un resumen breve de ellos:
Ya en el pasado lo he dicho en diversas ocasiones y en diferentes foros. Hoy lo digo aquí: No cierres tus oídos de inmediato ni abras la boca tan rápido. Y principalmente, si eres Anciano (Pastor), se pronto para escuchar, sabio para juzgar y prudente para hablar; que el amor de Cristo sea evidente en todas tus acciones y actitudes (cf. Santiago 1:19; Juan 7:24; Efesios 4:15; 1 Timoteo 3:1-7).
Hoy el Señor me puso enfrente un artículo de John Pond, pastor de estudiantes en la Iglesia Bautista de West Jackson, en Tennessee, E.U.A. Sus comentarios van en la misma línea de lo que he dicho arriba y el ofrece, como joven anciano que es, cuatro consejos a los ancianos mayores para ministrar a los más jóvenes. Aquí les comparto un resumen breve de ellos:
- Escuchen. Modelen para los jóvenes lo que es la humildad.
- Recuerden sus primeros años. Adquirir sabiduría toma tiempo. Interésense legítimamente en los jóvenes [ancianos] para salvaguardar la salud de la iglesia y la integridad del evangelio.
- No asuman [que los más jóvenes] tiene los motivos equivocados. Inviertan tiempo en ellos: exhortenlos y animenlos a seguir por el sendero correcto.
- Oren por ellos, aunque sea difícil por no entenderlos o no estar de acuerdo con sus ideas.
(Fuente en línea)
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